Hacia

Todavía no hace frío y Juan de los Pasos avanza por la carretera vacía. El viento de otoño le acaricia las mejillas con cuidado, como si avalara su decisión de partir. Dentro de unos minutos, quizás cuando termine de cruzar el marco de la foto, seguramente refrescará y dudará de lo que está haciendo. Pero el sol no se escondió detrás de las montañas. Todavía entibia el andar, lo acompaña y lo hace sentirse fuerte.

Hizo el bolso ayer a la noche: puso dos pantalones -el de jersey y otro jeans- y la camisa que más le gusta, la roja que le regaló su mamá hace años. Está algo gastada pero es la que mejor le queda con el chaleco marrón.

Cuando trató de levantar el bolso se dio cuenta de que era demasiado pesado. Ya no tiene el físico de antes. Entonces buscó un carrito en el galpón y ató el bolso. Así no le pesa caminar, le quedan varias cuadras hasta la estación de ómnibus.

Las cuadras de campo son largas, ni siquiera son cuadras es campo. Tierra seca, donde crecen algarrobos y molles. Tierra yerma en la superficie y fértil en las entrañas, llena de minerales que atraen a las compañías mineras. Tierra que inspira a los cantores, tierra desnuda.

Atrás de esos cerros hay otros y después otros más. Salir de su pueblo es como salir del fondo del mar. Pero está decidido. Hoy se va. Tiene oxígeno y ánimo de viajar.

Esta entrada fue publicada en Argentina, Check in, Compañeros de viaje, Costumbres, Destinos, Paisajes, Viajeros. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta