Sarmiento en Estados Unidos

«El país está aún despoblado de esta parte; el vapor del Ontario se acerca a los barrancos, adonde salen los paisanotes de fraque y las mozas envueltas en cahemiras a tomar pasaje. Divísanse a lo lejos aisladas en el bosque aquellas cabañas de troncos de árboles superpuestos, o de tablas descoloridas, que sirven de morada por los primeros años al plantador que recién está descuajando el bosque.

El paisaje conserva toda la frescura virginal que Cooper ha pintado en aquellos inimitables cuadros de Último Mohicano. Ya he dicho a Ud. que desde Búfalo hacia esta parte está el pedazo más bello de la tierra. Sin la petulante lozanía de los trópicos y sin la fría severidad de los bosques del Norte de la Europa, mézclanse en la escena ríos como lagos, lagos como mares, rodeados de una vegetación primorosa, artística en sus combinaciones y grandiosa en su conjunto.

Traíame arrobado de dos días atrás la contemplación de la Naturaleza, y a veces, sorprendía e el fondo de mi corazón un sentimiento extraño, qu eno había experimentado ni en París. Era el deseo secreto de quedarme por ahí a vivir para siempre, hacerme yanquee, y ver si podría arrimar a la casacada alguna fábrica para vivir. ¿Fábrica de qué? … Y aquí el deleite de tan bella vida se me tornaba en vergüenza, acordándome de aquellos ostentosos letreros chuecos que había visto en algunas aldeas de España, Fábrica de fósforos. ¡Y qué fósforos! ¿Enseñar o escribir qué con este idioma que nadie necesita saber? Para curarme de estas ilusiones y recuperar mi alegría, no necesitaba más que tomarle el peso a mi descarnada bolsa, y echar una ojeada sobre mi contaduría en general para no volver a pensar más en ello«.

(Sarmiento hizo este viaje a Estados Unidos en 1847).

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