El pescador solitario frente al mar congelado

Fernanda Lago es argentina y vive en Copenhague. Estudió periodismo, le encanta viajar y escribe de viajes en el suplemento Turismo del diario La Nación. Hace un tiempo estuvo en Finlandia y le llamó la atención una tradición solitaria y helada sobre la que escribe a continuación.

Camina por el mar congelado, con paso firme, y elige su lugar. Con un taladro manual hace un agujero en el hielo, se sienta en un banquito y sostiene una tanza que cae al agua. Ese hombre abrigado hasta las orejas, se queda ahí, con la mirada hacia abajo. Inmóvil como el mar helado.

Pilkkiä es una tradición finlandesa más que un deporte. Para practicarla se necesita abrigo que soporte mucho frío, paciencia en un mano a mano con la naturaleza, y algún termo con café caliente para acompañar la pesca.

En Helsinki nieva, y el viento hace que los quince grados bajo cero se sientan más frescos. Aunque esté en pleno centro de la ciudad, la temperatura vuelve la escena solitaria. A lo lejos hay dos hombres en la misma posición. Cada uno concentrado en su agujero, con los codos sobre las rodillas y abstraídos en la meditación.

Otro heraldo, que no se deja vencer por la nieve, desciende al mar por la escalera de un muelle. Da la sensación que se baja de la ciudad como si saliera de una escenografía. Camina sobre el hielo sin dudar y se ubica lejos, en su porción de mar congelado. Son las 7 am. Recién amanece.

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