El marketing de la muerte se ha hecho un lugar en el mundo del turismo. Hace un año nos propusieron Cien lugares para ver antes de morir, con clásicos del turismo mundial, como la Torre Eiffel, Notre Dame, La Fontana di Trevi y otros musts de la arquitectura esencial.
En la misma tónica salió Lugares inolvidables para ver antes de morir y después del éxito, Cosas inolvidables para hacer antes de morir.
Y, decididamente, los editores fueron más ambiciosos -también más generosos, nos dieron más tiempo- cuando publicaron 1000 lugares para ver antes de morir.
Usando el mismo y probablemente efectivo sistema, se lanzó hace unos meses el libro Cien animales para ver antes de que mueran. En este caso, serían los animales en peligro de extinción y no nosotros.
Lo que es evidente de esta estrategia es que… alguien morirá.
(Cuidado)
Me parece bueno que te sugieran lugares, sitios, ciudades para conocer. Pero a veces estos libros, o sitios son un tanto fatalistas.
Como que si uno no visita esos lugares no se realiza o algo por el estilo. Además los viajes como dice Carolina son libres, libres de elegir la Torre Eiffel o la Torre Tanque de Mar del PLata; las pirámides de Egipto o la de Mayo; las ruinas de Machu Picchu o las del Pucará en Tilcara.
¿¿y vieron el libro sobre los 1001 libros para leer antes de morir??
Antes de morir, hay que vivir.
Yo propongo ocuparse mejor de este último asunto, para nada poco importante.