No será la India, pero es Egipto…

Leí en las noticias de ayer que el turismo en Italia ha caído el 25% por ciento en 2008. Que pasa su peor crisis en 60 años y que las ciudades tiemblan ya que viven del turismo. Una nota que se suma a otras notas de la crisis mundial.

Casualmente, después de leer esa noticia, almuerzo con una colega que me cuenta que volvió hace unos días de Italia.

¿Pero no te ibas a la India?-le pregunto sorprendida.
– Sí, vos lo decís: “me iba”. Pero una semana antes del viaje fue el atentado de Mumbai. Hablé con el embajador de la India y él mismo me convenció para que no fuera. Me afirmó que el país estaba convulsionado, que los aeropuertos eran un caos imposible, que no era el momento de viajar.

Como el pasaje hacía una escala en Italia, se fue a Roma. Paseó por la ciudad, visitó el Coliseo, comió pizza por metro y tomó ristretto. Pero después de unos días, se dio cuenta de que el presupuesto para un mes en la India duraría apenas una semana en la tierra de las pastas y la mafia.

Además, su plan no era caminar con frío por una capital europea. Había soñado con recorrer el desierto de Rajastán, ver a las mujeres con sus saris de colores, comer comida picante, subirse a un camello.

– ¿Y qué hiciste?
– Me compré un pasaje a Egipto. Desde Roma se consiguen tickets a buen precio para volar a El Cairo.

Así fue que se pasó diez días de lo más exóticos en el país de los faraones donde, para la mirada forastera, el atuendo de las mujeres beduinas no dista mucho del sari y también hay comida picante, sin contar el desierto más famoso del mundo y, por supuesto, los camellos para turistas. No será la India, pero es Egipto, ché.

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