
Tiene la cola larga del quetzal y la cabeza de un carpintero, pero este pájaro no pertenece a ninguna familia. A la de la imaginación en todo caso. Es un pedazo de tronco retorcido que estaba en el bosque hasta que alguien lo descubrió y ahora es un adorno destacado sobre la chimena del Hotel Tunquelén, en Bariloche.