Jardines tropicales

Primavera-flores-jardín -jardines tropicales-Caimán. Esa fue la asociación que hice esta mañana después de editar unas fotos de las islas caribeñas donde un par de meses atrás visité un jardín tropical.

Se llama Queen Elizabeth II -Caimán pertenece a la corona británica- y ocupa varias hectáreas al norte de la isla. En el estacionamiento hay carteles que advierten sobre las iguanas sueltas: «Cuando saque el auto tenga cuidado de que no haya una iguana abajo de de la rueda.

Tiene sectores de luz, pero como buen jardín tropical es penumbroso, lleno de humedad y plantas salavajes. Las mismas plantas que uno llama «de interior», esas que crecen cerca de una ventana en un departamento, en el botánico de Caimán eran grandes y de colores más intesos, como si se expresaran en una dimensión salvaje.

Había pantanos y senderos entre heliconias y flores del paraíso; crotones, rubras, palmeras, helechos y potus. Sí, los potus no son solo de cocina y living, también crecen en el exterior y no parecen de plástico.

Caminando por ahí, atrasada del grupo como me suele pasar, encontré esta planta increíble: indonesian wax ginger (Tapeinochilus ananassae).

Digo que la encontré porque no estaba en el camino, me asomé entre las hojas y la descubrí. La flor medía unos veinte centímetros y era carnosa y dura, quizás por eso lo de wax que quiere decir cera. Primero vi una de color amarillo, un amarillo desteñido más o menos como el del gengibre, ¿será por eso lo de ginger? Seguí avanzando y vi esta roja de la foto, rodeada de otras. Como si fuera una convención de torres rojas.

El tallo se parece al de la caña de bambú y termina en esa especie de panal erguido o ananá rojo. En español se la llama ginger de Indonesia y jengibre piña. Es originaria de Malasia, Indonesia, Nueva Guinea y Australia. Son exóticas en Caimán, pero se adaptaron mejor que muchos de los extranjeros que conocí en la isla.

En momento no había nadie alrededor. Estaba perdida, casi pego un grito de alegría. Buscando el camino de vuelta encontré un pantano florecido. Dije que una foto y listo, pero fueron tres o cuatro.

Me hubiera quedado toda la tarde en el jardín tropical, pero como suele pasar en los viajes de prensa la visita duraba lo mismo que una muestra gratis. Y la camioneta nos esperaba para el próximo sobrecito de shampú, digo actividad.

(Post dedicado a mi amigo Thomas Klesper que cumple años hoy)

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