El fin de la veranada

Este post tiene vencimiento. Sólo el que viaje en los próximos días por el oeste de Neuquén tendrá clics del fin de la veranada.

Los paisanos que en noviembre subieron sus ovejas, vacas y caballos a los valles altos y con pasto tierno de la cordillera bajan a lugares menos fríos para pasar el invierno. La transhumancia es un ejercicio que se practica dos veces al año en esta provincia y en tantos lugares del mundo desde hace siete mil años. 

Uno de los rosarinos que conocí en Villa Pehuenia se llama Carlos Rovetto. Durante su vida de ciudad tuvo un comercio pleno centro de Rosario. Hace tres años llegó al pueblo y hoy es dueño de un bar, Mandra, en el mínimo centro de Pehuenia. Vino con su mujer y dos hijas que hoy atienden el bar con sus respectivos novios. Una de ellas es Melina, la fotógrafa del pueblo y la novia del sevillano, un andaluz que parece cómodo en la Patagonia. Cuando tiene ganas y hay ambiente en el bar, toca la guitarra y canta flamenco con pasión gitana.

Un día, Carlos me contactó con los Puel, una familia mapuche. Es difícil acceder a conversar con miembros de la comunidad, así que llegué con él. Fue interesante hablar con Doña Angela, pero debo admitir que en el mejor momento de la conversación, entró Carlos en la sala y me dijo que teníamos que partir porque estaba muy apurado. En el auto le pregunté cuál era la urgencia y me la contó: «Tengo que ir a Paso del Arco porque ahí me esperan unos paisanos que me venderán unos corderos antes de bajar hacia Zapala, y se van esta tarde». Los paisanos a los que se refería Carlos eran los veraneadores. 

Posiblemente los mismos que me crucé en la ruta unos días más tarde. Arriaban extensos rebaños de ovejas por los campos patagónicos. A veces llevan hasta 500 chivos, que se ven como un manto blanco en medio del pasto amarillo. La nieve está por venir y las ovejas deben llegar antes a los campos bajos y áridos donde pasarán el invierno. (El post vence cuando el ganado esté abajo, de aquí al viernes) .

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