El Palio de Siena

Me imagino cómo estará Gianluca en este minuto: moviendo los ojos saltones de un lado a otro, caminando tenso por su casa en Siena, transpirado, loco. Mañana compite en el Palio su contrada: il Bruco (la oruga).

El 2 de julio y 16 de agosto (cada fecha, en honor a una virgen) se celebra en la Plaza del Campo en Siena una de las fiestas más tradicionales de Italia. Visto de afuera, el Palio es una carrera de caballos que se practica, salvo contadas interrupciones (las dos guerras mundiales), desde la Edad Media. Visto de adentro, el Palio es confrontación, fanatismo, camaradería, furia y también un poco de locura.
En la carrera se enfrentan diez caballos de los distintos barrios de la ciudad medieval. Cada barrio es una contrada (contrade, en plural).

Hoy la palabra se usa como sinónimo de barrio, pero una contrada es mucho más. “Primero estaba la familia y después la contrada. Lo que necesitaras, desde trabajo hasta dinero, podías pedírselo. Era una contención, una segunda familia”, me dice una mujer con su pañuelo al cuello mientras caminamos. Ella pertenece a la contrada de la Oca (sí, la misma del juego de niños), de color verde, rojo y blanco.

Actualmente existen 17 contrade (llegó a haber 42) y cada una tiene un emblema y colores que la identifican: Áquila (águila), Bruco (oruga), Chiocciola (caracol), Istrice (puercoespín), Giraffa (jirafa), Onda (una ola de mar con un delfín), Lupa (loba), Civetta (lechuza), Drago (dragón), Lecorno (unicornio), Valdimontone (carnero), Nicchio (concha rodeada de corales), Pantera, Selva (con rinoceronte), Oca, Tartuca (tortuga) y Torre (un elefante que carga sobre su lomo una enorme torre).

Los jinetes o fantinos son famosos como las modelos, salen en las revistas y ganan buen dinero. Según su performance, pueden ser odiados y amados. Usan sobrenombre y casi siempre tienen menos de treinta años.
En el Palio no se gana dinero, se gana prestigio. El premio es un estandarte pintado a mano que se llama Palio, y la contrada ganadora lo exhibirá en su iglesia con orgullo, como un trofeo de guerra.

Sí, ahora Gianluca debe estar loco. Hace dos días me escribió diciendo que ojalá ganaran. El último 2 de julio me acompañó a la plaza. «Solo voy porque no juega mi contrada, si no no podría estar aquí contigo. Si compitiera il Bruco estaría con mis amigos, sufriendo», me aclaró.

Ese día, el último 2 de julio en la plaza de Siena, temí que se cayera de un infarto a mi lado. Mucho más nervioso que un hincha de fútbol. Y los nervios eran por una contrada rival. No quiero pensar cómo estará hoy.

En estos días subiré algunos apuntes de esa tarde en la Plaza del Campo, entre 60.000 personas, la mayoría vecinos fanáticos de su contrada.

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