Las aguas de Casilda

El Mercado Benito Juárez está en el centro de Oaxaca y conviene llegar bien temprano, cuando todavía está limpio y queda agua en los cántaros de Casilda. En su puesto del mercado, Casilda Flores Morales ha dado de beber a príncipes y reyes y trabajadores de las sierras desde 1920. Agua de jamaica, de horchata, de rosas, de guanábana, de almendra todas se conservan en grandes cántaros. Casilda ya no esta pero su hija María Teresa tiene el secreto de la frescura.

Aún sin ánimo de comprar un guajolote –palabra de origen náhuatl que designa al pavo–, ni dátiles ni canela en rama ni quesillo ni cilantro ni lirios frescos, está bien marchar por los pasillos penumbrosos para familiarizarse con los olores, para preguntarle a una vendedora detalles sobre el mole, la salsa más famosa de Oaxaca y uno de sus orgullos. Igual tratarán de vender: el pueblo zapoteco ha sido comerciante desde tiempos prehispánicos.

El mercado da vueltas y hay distracciones en todas las esquinas. Pero en la de Casilda está la mejor: agua fresca. Y aromática.

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