Octubre, mes mundial de las aves

En el mundo existen 48 millones de observadores de aves que invierten unos 85 billones de dólares en la actividad, según los datos de Birdlife International. No sé cómo se elaboran esas estadísticas, pero supongo que no formaré parte de esos millones de fanáticos. Sin embargo, me gusta observar aves. Disfruto particularmente del instante del descubrimiento. Sobre un alambrado, en un poste de luz, detrás de una rama, en la copa de un árbol.

Me acuerdo que una vez, en un viaje de trabajo a Iguazú visité el lodge Yacutinga. Un día, me levantaron a las cinco de la mañana para ir a observar aves. Como apenas podía abrir los ojos a esa hora y se me hacía difícil observar hasta el árbol que tenía adelante no puse demasiada expectativa en el paseo. Así, después de una caminata medio dormida por la selva llegué a un bote, donde había una pareja de alemanes frescos y silenciosos, y un guía que según comprobé luego, tenía buena vista. 

Poco a poco, mientras el bote avanzaba por un riacho marrón cerca del río Iguazú los sonidos de la selva y la luz que entraba por las copas de los árboles me fueron despertando y de repente vi una garza. Y después un tucán de pico naranja. Ya llevábamos una hora navegando cuando el guía dejó de remar, señaló unos arbustos cerca de la orilla y me pasó unos binoculares. No vi nada. Al parecer, los alemanes tampoco. Entonces, él volvió a apuntar su índice y la segunda vez pude verlo. No recuerdo el nombre del pájaro, pero sí el color turquesa intenso. Como si estuviera hecho con agua del Caribe. Era muy pequeño y apenas pestañeamos se voló.

Nunca supe más de él, pero guardo esa observación como un logro. Igual que la del quetzal en Guatemala, la del martín pescador en los Esteros del Iberá, la del pelícano blanco en la laguna de Chacahua y la del colibrí en el patio de la casa de una amiga. Me gusta pensar así la observación de aves. Como los que coleccionan carreras o cruceros o cornamentas de ciervo o países, cada ave que uno descubre es una figurita nueva. Y parece que ese pajarito turquesa era una figurita difícil. Esa madrugada los alemanes -que seguramente sí pertenecían a los 48 millones de observadores de aves- no podían creerlo cuando lo vieron. Enseguida lo buscaron en su guía especializada y comprobaron que ellos lo estaban viendo en libertad. Cuando ella anotaba el nombre del ave, el lugar y la hora en su libreta de campo, la mano le tembló de emoción.

Los países con más observadores de aves son Inglaterra, con más de un millón, Estados Unidos (600.000), Holanda (125.000) e Italia (20.000). Muchos de ellos aprovechan el cambio y la diversidad de aves y viajan exclusivamente en busca de aves. Este mes, en Argentina hay visitas y cursos y salidas de observación y una nutrida agenda -desde cursos y salidas en Esquel, en la Patagonia, hasta avistajes en la Laguna Blanca y el Parque Nacional Río Pilcomayo- organizada por Aves Argentinas especialmente para el Festival Mundial de las Aves del que participan 88 países y que este año está dedicado a las aves migratorias y sus rutas.

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3 respuestas a Octubre, mes mundial de las aves

  1. Claudio C dijo:

    En estos días ya empiezan a trinar los pajaritos a eso de las 5 am en mi casa en City Bell…malditos sean.

    Hablando de estos temas, recomiendo leer el cuento «La observación de los Pájaros» de Roberto Fontanarrosa.

  2. Susan dijo:

    Claudio : los pajaritos que trinan a esa hora son los zorzales y es verdad que su canto es monótono pero no tanto como para maldecirlos…

  3. Hola, soy el Director de la Reserva Yacutinga y su Lodge. Me encanto la descripcion que han hecho sobre la navegacion del Riacho San Francisco durante su vista. Tan solo queria agregar que el ave de color turquesa Caribe a la cual hacen referencia bien puede ser algun macho de Tersina (Tersina viridis) o de Sai Azul (Dacnis cayana)o el macho del Bailarin azul (Chiroxiphia caudata).
    Te adjunto los nombres cientificos para que busques la imagen de estas aves en la web y la logres identificar !!!
    Estas tres especies son comunes en los bordes del arroyo que navegaste durante tu visita a Yacutinga.
    Suerte.
    Carlos Sandoval

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