
Una vez, un alumno me contó una pequeña anécdota que recuerdo ahora, en viaje por la Quebrada de Humahuaca. Resulta que un jujeño, hombre nacido entre montañas y valles, llegó un día a La Pampa, una tierra plana como el mar. Era verano, estación de muchas horas de luz. Tipo siete de la tarde, el sol todavía estaba fuerte. Acostumbrado a que en un momento de la tarde la luz se oculta atrás de las montañas, el jujeño no se aguantó más y le preguntó a un compañero de trabajo: ¿Es cierto que acá tienen sol todo el día?