Hoy es día de «elecciones» en Guinea Ecuatorial, ex colonia española y uno de los países más pequeños de Africa continental. Las comillas son porque a pesar de la presencia de veedores internacionales, lo que está pasando hoy en Guinea es una farsa: el dictador Teodoro Obiang (67) tiene la victoria asegurada. Está en el poder desde que derrocó a su tío, en 1979, y mantiene atemorizada a la oposición, con persecusiones y violanciones de los derechos humanos.
El panorama es negro, como el petróleo que se descubrió hace algunos años y que lo convirtió en un país rico, y a Obiang en un personaje recibido y aceptado en ciertos círculos de poder. Mientras el presidente digita la reelección por siete años, su hijo y probable sucesor, Teodorín, va y viene a Malibú en su jet privado, donde se compró una mansión de 35 millones de dólares y vive como una estrella de Hollywood.
El turismo en Guinea es escaso pero existe, aunque son pocos los que tienen ganas de ir a un lugar en estas condiciones políticas. En Malabo, la capital, los habitantes conviven con la falta de libertad, sin dejar de cantar.