La Avenida de Mayo, la primera de Buenos Aires

En este 25 de Mayo, fecha que recuerda los primeros pasos hacia la Independencia argentina, un pequeño homenaje a la madre de todas las avenidas porteñas, la Avenida de Mayo.

Pasaron por aquí el primer ómnibus, los primeros automóviles y el primer subterráneo que tuvo el país, la Línea A, inaugurada en 1913. Hoy casi todos los días pasa alguna marcha de protesta (la avenida une el Poder Ejecutivo con el Legislativo) . Y todos los años, alrededor del 10 de abril, hay una carrera de mozos (camareros) con sus bandejas cargadas temblando. En la última edición, hace poco más de un mes, corrieron cerca de 500, en categorías de 18 a 99 años!

Desde su nacimiento, a fines del siglo XIX, la Avenida de Mayo fue la Gran Vía cultural de Buenos Aires, un salón de recepciones monumental por donde caminaron, en diferentes épocas, Federico García Lorca, Nijinsky, Giaccomo Puccini y Albert Einstein, Josephine Baker y Le Corbusier. Además, sus cafés se convirtieron en la gran sala de redacción del periodismo porteño, y en esta antigua avenida se realizó la primera Feria del Libro.

Si bien el proyecto de ley para crearla se firmó rápidamente, hubo largas polémicas encabezadas por los que deberían ceder sus viviendas para la construcción. Entre las trece manzanas condenadas a la expropiación estaban el Cabildo, que perdió tres arcadas, la antigua Municipalidad, la jefatura de policía y casas de familias patricias. La resistencia se escuchó, pero Torcuato de Alvear, intendente de la ciudad por aquellos tiempos, estaba decidido a que Buenos Aires tuviera una avenida con vocación de grandeza, como las de París. Se inauguró el 9 de Julio de 1894.

Pero, claro, Buenos Aires no es París. Y la Avenida de Mayo no resistió las caídas a pique de la economía Argentina. Poco a poco, durante los últimos veinte años, se fue deteriorando, cambiando la elegancia de alguna época por los cibercafés y maxikioscos.

En el último tiempo hay un gran esfuerzo de recuperación de fachadas y sitios culturales. El gobierno porteño, presionado quizás por el aumento del turismo en la ciudad, está aplicando un término del turismo de estos tiempos: puesta en valor. Se notan los cambios pero todavía falta.

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