El fotógrafo argentino Daniel Jayo salió un día de Página 12, donde trabajaba hacía unos diez años y al día siguiente estaba viviendo en México DF y trabajando AP. De este cambio hace unos 9 meses. De a poco se fue acostumbrando a las serenatas de mariachis en la madrugada, a pronunciar el nombre Popocatepetl y a las diferencias entre los chiles.
También, todo el tiempo conoce personajes y lugares. Me escribió hace unos días un correo que venía con dos recomendaciones. La primera es un personaje: Francisca Viveros Barrandas, conocida como Paquita la del Barrio, cantante mexicana con más de 20 discos grabados y vengadora freak, reina del arrabal, mujer de varios maridos, protegida de Almodóvar, una antidiva. Hasta hace poco era posible verla en vivo, todos los viernes y sábados en su local de la Colonia Guerrero, Casa de Paquita la del Barrio, Zarco 202, T. 55 838131 (Metro Guerrero). Pero ha tenido algunos problemas con la ley y momentáneamente cerró su local, así que por ahora está de gira por el interior.
Ultimo momento, directo desde el DF para Viajes Libres: la mujer que atiende el teléfono en el local, una especie de tía abuela de «la Paca» le ha confirmado a Jayo que este diciembre La del barrio canta en el Teatro Blanquita. Pueden ir reservando sus entradas para la música del resentimiento.
Su hit, Rata de dos Patas, una diatriba a los hombres engañadores, a esas malditas sabandijas, hombres del infierno. Qué disfruten el odio de una mujer despechada.
Para armonizar tanta bronca, el fotógrafo recomienda también una dosis de naturaleza: un lugar no tan conocido ni tan lejos de DF. Se llama Ixtapán del Oro, y está¡ en el Estado de México, casi en el límite con el de Michoacan. Cuenta Jayo que es «un pueblito minúsculo, bien mexicanazo, con dos hoteles: uno no da y el otro, un lugar que le hace honor a su nombre: El Paraíso (Las Salinas N° 20, T. 268 2086). El lugar no es nada caro y todas las tardes, los hombres del pueblo se sientan a tomar el fresco del atardecer, cada uno con su sombrero blanco de escorpión que, obviamente, me compró, lo que le da al pueblito un aire de quedado en el tiempo alucinante. La estrella del lugar es la cascada de el Parque El Salto, que yo imaginaba mas pequeño pero tiene su altura y es hermosísimo.»
Ixtapán está rodeado de monte, tiene zonas arqueológicas inexploradas, una iglesia del siglo XVII, techos bajos y coloniales, pocos habitantes (cerca de mil) y este salto que cuenta Jayo y que está a dos kilómetros del pueblo. Se puede llegar a pieo en auto. En el camino no se pierda las plantaciones de plátano, café y guayaba. También hay piscinas y chapoteaderos donde remojar la tarde tropical. O las penas de amor que dejan los hombres crueles, «A tí te estoy hablando inútil», diría Paquita.
Buen post, a pesar de los insultos que nos mandó esa vieja chillona
Buen blog, viva méxico!
Ixtapán del Oro es el México profundo. El que me gusta.
Carolina: el hotel mejor se llama El Paraíso ¿no te parece un nombre que hemos leido en otra parte ?….
Esta gente no ha hecho tu curso.
Nada mejor que leer sobre México. Ven a visitarnos.
Suerte,
JCM
Archivalo en «mujeres resentidas». Buena data, como siempre!
buena la nota, con datos específicos, y la perla de que «tuvo problemas con la ley»
Imperdible, gracias a tu amigo mexicano y a vos por la nota
chau
méxico me atormenta
Impresionante la nota!! Todavía no puedo parar de reirme con Paquita la del Barrio!!
Para los que se queden con algún desamor atragantado, les recomiendo empezar a hacer las maletas y comprar un pasaje a Pereira, Colombia, porque en unos días está por empezar el Festival del Despecho, donde cientos de desdichados se unen a aullarle con voz de aguardiente a sus inútiles ratas inmundas de dos patas, que tanto daño les han hecho…
Me comentaron que el periodista del salto de agua y Paquita fueron sorprendidos por un tal Dean en un bar donde tomaban el tequila y terminaron como Dios manda, parapetados bajo el mostrador, con esa entereza con que el argentino afronta estas situaciones y con tema para que Paquita componga una nueva canción tan contundente como una bala de plomo.
Gracias Carolina.