Ahora mismo, unas horas antes del Año Nuevo, Valparaíso vive su minuto de gloria.
Los restaurantes de los cerros están reservados y los hoteles llenos, con las mejores tarifas de su vida. Los cocineros hierven caldillos de congrio y limpian camarones; los perros sin dueño no se imaginan el susto que se llevarán dentro de algunas horas y los ascensores suben y bajan con mayor frecuencia que nunca.
Por las calles van y vienen extranjeros que llegaron de lejos para ver cuál es esa magia de Valpo en Año Nuevo. Posiblemente ya sientan la efervescencia de los porteños, la taquicardia de la ciudad cuando se acerca esta fecha.
En los barcos de la bahía, algunos hombres alistan la carga de fuegos artificiales y en las laderas de los cerros Alegre, Bellavista, Cárcel y otros con nombres menos conocidos, la gente cuida su lugar y espera para ver cómo por unos minutos la noche se hace de día. Se ven sillas, mesas, carpas, botellas de champán. En un rato se encenderán las luces de los cerros. Como me dijo un poeta porteño, por las noches, la ciudad se cubre de estrellas. No importa si es Año Vejo o Año Nuevo.
En un rato la gente estará bailando y celebrando por las calles, pero ahora mismo, unas horas antes del Año Nuevo, Valparaíso disfruta su minuto de gloria.
Ustedes porque no vinieron a Carhué!! se perdieron los super fuegos de todos colores en la isla, en la noche de año nuevo! eso superó a todo chile, incluso Valparaiso. Jaja