Un mandala de piñones

En algún sentido, los piñones son o, mejor dicho, fueron la base de la cocina mapuche. En una época no tan lejana, los pobladores originarios de estas tierras altas aprovechaban al máximo el fruto de la araucaria o pehuén, el árbol que dominaba la zona y que le dio nombre a Villa Pehuenia y a la IX región chilena, la Araucanía.

Si es un buen año, de cada árbol -sólo las hembras dan piñones- se pueden obtener más de cien kilos de piñones. Como me contó doña Angela Trekaman, una mujer mapuche que conocí en Cinco Lagunas, uno de los mejores paseos de Villa Pehuenia, «el piñón ahora ya no se usa como antes, ahora es más chico y más seco, ha cambiado». Antes se agregaba en el puchero, como si fueran porotos, y se hacía puré. También usaba la harina  para hornear pan, y se preparaba mudai, una bebida a base de piñón. Si bien se puede tostar, la manera más difundida de comer el piñón es hervirlo. Los primeros pobladores lo usan menos, pero los nuevos cocineros se acostumbraron a mezclarlo en los rellenos de sus pastas y hasta en postres.

Denise Giovaneli, la fotógrafa con la que viajé a Neuquén, me propuso un día que armemos un mandala de piñones. Hay un artista que a Denise le encanta y en él se inspiró. El tipo se llama Andy Goldsworthy y se dedica a construir estructuras a partir de elementos de la naturaleza: flores silvestres, palitos, agua, hojas. Entonces, ese día nos fuimos hasta Bahía de los Coihues, en la punta de la península de Villa Pehuenia y hicimos un mandala de piñones sobre una roca, éste que se ve en la foto.

Cuando lo terminamos, siguiendo la costumbre tibetana, lo desarmamos en un canto a la impermanencia de las cosas y de la vida. Después, nos fuimos a pasear por un bosque de coihues.

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2 respuestas a Un mandala de piñones

  1. María José Ruiz Reyes dijo:

    Sencillamente natural y naturalmente sencilla. Qué post tan bonito. Mandalas… yo los pinto y los busco en la naturaleza también 🙂 Gracias Carol! Besos de tu pupila.

  2. Denise dijo:

    que hermosaaa! que hermoso Andy, en andy y en la naturaleza, me da la sensación que el mundo sigue girando sin más temores, así tranquilamente.

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