Además de ser amigo de la casa, Leandro Uría es periodista del diario La Nación de Argentina, músico, escritor, viajero y…¡fanático de Berlín!
A continuación, un texto suyo, entre recuerdos, postales y envíos por correo en tiempos de Muro.
Justo en estos días, cuando Berlín empieza los festejos por el 20º aniversario de la caída del Muro, recibí varias postales de regalo enviadas desde la capital alemana. Me las mandó una amiga: Nina Apin, periodista del TAZ, el diario en el que fui redactor invitado durante una beca en 2007, y forman parte de la hermosa colección de Pony Pedro, la empresa berlinesa en la que trabaja su pareja, Sebastian. En una de las cuatro que recibí, Nina, que hace poco fue mamá de Charlotte, me cuenta, entre otras cosas, que pronto vuelve a trabajar al diario y me da sus impresiones sobre el nuevo gobierno alemán.
No es la primera vez que recibo una postal de Berlín. En agosto de 2007 me había enviado otra Barbara Bollwahn, periodista y escritora, nacida en Alemania del Este durante el régimen comunista, a quien también conocí durante mi beca en el TAZ. La postal venía acompañada de un regalo: su libro para jóvenes Der Klassenfeind + ich (El enemigo de la clase + yo), en el que Bollwahn cuenta una historia de amor entre una chica alemana del este y un alemán del oeste que se conocieron en Budapest, Hungría, en los 80. Su libro muestra también cómo el Muro podía separar no sólo dos sistemas políticos sino también convertirse en una barrera para que el amor y el deseo se realizaran. El libro empieza así: “¡Mi querido diario! No tengo idea por dónde empezar. Han pasado tantas cosas fantásticas en los últimos días.
Todo empezó el viernes, cuando llegó el primer paquete del oeste. Como siempre de Elisabeth, la amiga de la abuela Elfriede […]. Esta vez ella me ha enviado un fantástico traje de baño, una lapicera Pelikan y un borratintas. Y también dos números de la revista Bravo. Obviamente yo conocía ya esta revista. Algunas chicas de mi curso tienen colgados pósteres de cantantes y bandas de Bravo en sus cuartos”.
Hoy en día, la protagonista del libro de Barbara podría enviar hermosas postales de Berlín a amigos de todo el mundo, en vez de esperar ansiosamente paquetes del oeste como lo hacía antaño. Pero ella sólo existe en un libro de ficción. ¿No existe en la realidad? Tal vez no, pero quienes participen de los festejos callejeros de Berlín por la caída del Muro sólo deberán aguzar un poco la mirada para encontrarla.
Me gusta vivir en un departamento porque es lo más parecido que conozco a una caja fuerte, y en la Argentina violenta de hoy es mejor dormir blindado. Porque la losa radiante del living renueva cada invierno mi fe en el calor de hogar. Y porque es la excusa perfecta para no quedar como una descariñada cuando me preguntan por qué no tengo un perro. Me gusta vivir en un departamento porque siento que soy parte de algo, por lo menos de un edificio.




Los usos y costumbres, el ingenio de los deudos y el amor por los muertos hacen que cada altar sea único. Pero la tradición del Día de Muertos en México señala ciertos elementos que un altar debería incluir, y sus significados:
Pan. Aunque las panaderías llegaron con los colonizadores, el pan es un elemento fundamental en el Día de Muertos. Ese día cuando los parientes y amigos llegan a la casa donde se armó el altar, se les convida pan. Para esta fiesta se prepara el pan de muertos, un pan dulce que se hornea con forma de cráneo espolvoreado con azúcar. También se prepara un pan redondo relleno de anís. Y roscas y panes con la forma del cuerpo humano conocidos como muertitos.
Papel picado. papel picado es una representación de la alegría festiva del día de muertos y del viento.
Este año no podré estar en México para la celebración del Día de Muertos, así que he decido armar un pequeño altar en mi casa, para que las ánimas que hagan el viaje a este mundo encuentren sus esencias y platos preferidos, y una casa fresca y limpia donde descansar.

ameo en un famoso show televisivo inglés de los 60, protagonizado por el actor Dudley Moore.
Antes de caminar hacia la estación de tube que lleva hacia la zona de los estudios Abbey Road, una pasada por la cercana joyería Asprey –hoy llamada Asprey & Garrard-, en el 135-9 New Bond Street. Allí se filmó una escena de Help!, en la que se intentaba quitar del dedo de Ringo el anillo ritual por el que era perseguido por una secta asiática.
La última revista Lugares trae un especial de la Patagonia, ideal para los que piensan viajar en las próximas vacaciones. (A continuación, un poco de autobombo).
ía
Me gusta observar aves. No tanto por espiar sus costumbres y dibujarlas con lápiz en libretas de campo, como seguramente hacen muchos de los 48 millones de observadores de aves que existen en el mundo.
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Con el envión del ecoturismo, el lugar se revalorizó y transformó 29 de sus 100 hectáreas en una Reserva Privada del Patrimonio Natural. Los nuevos propietarios de la fazenda, con la colaboración del Ejército y los Bomberos, limpiaron el basural, la vegetación volvió a crecer y, lentamente, las aves recuperaron la confianza y regresaron. Desde hace un tiempo el Buraco das Araras forma parte de un nuevo circuito por seis campos para observar aves en el
Mientras regresábamos por el sendero, justo antes de ver una pareja de tucanes y dos colibríes, Bergson me contó que hace unos meses empezó a trabajar en una suerte de documento de identidad para cada papagayo, sacándole una foto de la cara, donde el ave tiene la marca que las distingue.
