El vocho: pequeña maravilla

vochodeesteban.JPGHasta que conocí a Esteban Salgado, no tenía idea de la magnitud del amor a su vocho que algunos dueños desarrollan.

En México al Volkswagen Escarabajo se lo llama vocho y se fabricó hasta 2003. En Alemania se discontinuó en los años 70, pero hubo un tiempo en que se llegó a fabricar o ensamblar en cinco continentes. En cualquier esquina del mundo todavía es posible encontrar un vocho.

En todo el país hay vochos particulares y también muchos, muchísmos taxis. En el DF son verdes y blancos, y últimamente tienen fama de piratas, ya que hubo algunos secuestros exprés usando al pobre vochito como vehículo, porque según cuentan el no tener puerta trasera, facilita el encierro de las víctimas.

vocho.jpgA pesar de eso, el vocho tiene fanáticos incondicionales, como los que armaron esta página y todos los que pertenecen a uno de los tantos clubes de escarabajos o fuscas, como le dicen en Brasil.

Probablemente Esteban Salgado, el hombre de la foto, no la conozca ni se haya metido nunca a Internet. Pero en fanatismo pocos lo igualarán. Este un taxista de Acapulco -allá los vochos son azules y blancos- que habla más de su vocho que de su mujer. Y se refiere a él con amor.

«Es bueno para subir cerros, los repuestos son baratos, nunca lo deja tirado a uno. Este pajarito se mete en cualquier lado«, me dice mientras se hace un lugar entre dos 4×4 último modelo.

«A veces esta ciudad se llena de aguaceros y los carros grandes se quedan parados, los choferes tienen que salir, arremangarse los pantalones por la rodilla y tratar de arrancarlos. Yo los veo desde adentro: el vocho pasa como una tortuguita de agua«, me cuenta y enseguida señala hacia la derecha: «mire qué lindo queda ese particular en azul». Hablaba de un vocho, claro.

Salgado lleva 24 años de taxista. Ya le robaron un auto y le quedan seis cuotas de más de veinte para terminar de pagar el vochito de la foto. Lo compró usado, le costó unos 6 mil dólares. Dice que con la temporada alta, que recién comienza en Acapulco, espera saldar su deuda.

Publicado en Compañeros de viaje, Costumbres, Especial México, México | 4 comentarios

No manches, güey…

diccionario.jpgCada país que habla español tiene sus términos propios y en México hay tantos que se podría hacer un diccionario de coloquialismos sólo con los que se usan ahora. Aquí van algunas palabras y expresiones con las que me crucé en este viaje. 

Aguas= cuidado. Hace dos días mataron a Sergio Gómez, vocalista del grupo de cumbia K-Paz de la Sierra. En el funeral había miles de fans cantando y llorando. Cuando llegó el féretro costaba tanto avanzar en la multitud, que los hombres que lo cargaban decían: «aguas, aguas» y así la gente se corría.

No manches es la versión más nice de no mames, que sería no jodas. Y güey o wey es como pibe, chavo, chamo, weón. Se usa para hombres y mujeres.

Chido, chingón= se usa cuando algo es copado, cool, la raja (en chileno). Un antro es chido y una persona puede ser muy chingona. Ojo que si alguien te manda a la chingada, es malísimo.

Chilango se les decía a los que siendo de otros estados venían a vivir al DF. Ahora se les dice a todos los que viven en la capital. También, Chilango es la mejor guía de ocio de la ciudad.

Si alguien te cae gordo, es que te cae pésimo.

El mero- mero. Si se refiere a una persona, habla sobre el que corta el bacalao. Si es sobre un lugar, es el lugar exacto. No hay otro, es el mero-mero.

La neta: la verdad, la posta.

En México, el machismo se siente más fuerte que en otros países de América Latina.  Las expresiones positivas están relacionadas con lo masculino. Si algo es «padre» está bueno, y si algo está de»poca madre«, es buenísimo.

Guaruras son guardaespaldas y en México hay miles. Cuando alguien quiere que se note que le va bien, se contrata unos guaruras y listo.

pesero.jpgCamión= ómnibus. El pesero, un bus pequeño que anda por toda la ciudad y cuesta 2,5 pesos, es un camión.

Vocho= el escarabajo de volkswagen, el taxi más característico del DF. 

Lana= guita

Sombrilla= paraguas

Naco= grasa= cutre. El otro día fui a comer (la comida es el almuerzo, nunca la cena) a la casa de una señora muy paqueta y me contó aterrada que una sobrina que se casó ¡con un nacototote!

Plaza comercial= shopping

tomate.jpgTomtate y jitomate. En este país el tomate no es rojo sino verde y pequeño. Se usa para preparar salsas Y el jitomate es lo que en el resto de los países hispanohablantes se llama tomate.

Chícharos= arvejas y betabel, remolacha.

Elote= maíz blanco. Se usa mucho. En las calles hay puestos que lo venden asado, hervido y desgranado, con mayonesa y chile y limón. Esta última versión se llama esquite.

Cuates y triates= gemelos y trillizos

Cuajado y engentado= si un bebé está inquieto y nervioso después de recibir visitas, seguramente se engentó. Y si quedó frito de cansado, está cuajado.

Techo corredizo= quemacocos

Suave= cool o fresco, como dicen en Colombia.

Este es sólo el comienzo de otras palabras que irán apareciendo. Cualquier aporte es bienvenido.

 

Publicado en Costumbres, Especial México, Herramientas, México, Sala de espera | 12 comentarios

Noches de coyote, miedo y desierto

desierto1.jpg

Días atrás leí una muy buena crónica en el diario Reforma sobre un grupo de inmigrantes ilegales que salió de El Salvador con destino a la costa de Oaxaca, en México. Si el tiempo acompaña son unas 10 horas de navegación en la noche y ya están en México, el trampolín para cruzar a Estados Unidos. Pero el tiempo no suele acompañar y el Pacífico es un guerrero bravo, de olas gigantes y despiadadas. De los 27 que salieron, sobrevivieron tres. El resto se ahogó en una noche sin luna.

Las historias de inmigrantes ilegales, como las de narcos, son comunes en este país. Salen a diario en los periódicos y se escuchan en la ruta. Hace unos días, Ramiro, un hombre duro del interior de Oaxaca me contó su historia de coyotes y desierto.

coyote1.jpgHay guías y guías. En un sentido, el coyote también es un guía. Así se llama al que cruza -aunque a veces mata- a los indocumentados que quieren entrar a Estados Unidos. Ramiro caminó tres días y tres noches por el desierto de Arizona hasta que llegó. Agua, poca comida y arrojo. Cuando él pasó, hace tres años, iban unos 60 ilegales. Cruzaban en grupos de a veinte, cada uno con dos coyotes. Había mujeres y niños. Tuvo miedo y se escondió entre los cactus altos cuando a la noche pasaban los helicópteros con luces potentes y hombres armados. Tuvo miedo pero siguió adelante. Tenía una meta.

Me dice Ramiro que no le gustan los coyotes, que a veces esconden a la gente en camiones y la matan por asfixia. Esto me recordó a Paraíso Travel, la novela de Jorge Franco en la que una colombiana ambiciosa y su novio sumiso se entregan a un coyote que los embarca en un camión lleno de maderas en el que están a punto de morir. Este año se filmó la película, que se podrá ver en 2008.

cactus.jpgPorque no le gustan los coyotes, Ramiro no le pagó al suyo los 3000 dólares que le pedían por la guiada. Le tocaba pagarlo al final pero se escabulló en el desierto. Desde Los Angeles viajó con unos compañeros a Miami, donde chambeó (trabajó) por tres años. En un bar y haciendo roofing (colocación de techos) para casas millonarias.

Aprendió poco inglés y todo el dinero que ganaba se lo enviaba a su familia. Porque vivía en lugares de poco fiar y porque si lo agarraba la migra y lo deportaba, no tenía nada allá. Con lo que ganó en Estados Unidos se compró una camioneta y hace viajes cortos para turistas y pobladores. Pero dice que quiere volver. Tiene unos amigos que conocen el camino así que esta vez lo hará sin coyote. El plan es cruzar por Nogales y trabajar en Atlanta. «Hace un año que ahí hay buena chamba«, me dice mientras arregla la banderita mexicana que cuelga del espejo de su camioneta. Ahora sí, el águila de la bandera lo mira a los ojos. Y él mira hacia el futuro, en Estados Unidos.

Publicado en Check in, Compañeros de viaje, Destinos, Especial México, Estados Unidos, México, Sala de espera, Turismo salvaje, Viajeros | 3 comentarios

En el camino

francesca.JPG

Ellas son Zenobie, a la izquierda, y Francesca, la de blusa blanca y mirada sugestiva. Nos vimos en Chacahua pero sólo cruzamos miradas. Después, a bordo de todos esos transportes que acercan y alejan me contaron algo de sus historias.

Zenobie tiene 29 años, es canadiense y viaja en una combi con su ex marido y sus tres hijos. Le gusta México, es el lugar que encontró para escapar del invierno extremo de Quebec. Es la segunda vez que viene. Se queda seis meses, gasta poco. En su país es trabajadora social.

Sus hijos son tres rubios mínimos que ya hablan algo de español. Juegan en el mar, buscan piedras raras y tienen un bronceado que nunca lograrían en Canadá.

palmeras.jpgDuermen todos adentro de la combi, una Volkswagen de los años 70 con un desorden monumental. Está estacionada a 15 metros del mar, en Mazunte. Parece que los padres se separaron hace poco pero igual viajaron todos juntos porque era más cómodo. Ella se fue unos días de vacaciones a Chacahua con su amiga Francesca, mientras los niños se quedaron con su padre. Dice que le guastaría tener una niña. Sólo le falta un padre. En Chacahua se ofrecieron varios, sin éxito.

Francesca es italiana y está en viaje hace dos años. Tendrá treintipocos. Salió en 2005, cuando terminó su carrera de Economía. Sólo sabía que quería venir a América Latina. El resto fue todo azar. Habla español -chilango a la perfección, le gusta escribir y decidir dónde ir y con quién. Por eso renunció a su trabajo de guía en GAP Adventures, una empresa canadiense de turismo a medida. El trabajo lo había conseguido estando de viaje. Acompañó turistas por el interior de México, Guatemala, Costa Rica. Fue una oportunidad de conocer gente y lugares. Ganó dinero, pero hace unos meses dijo basta.

De repente sintió que el viaje la manejaba, que ella no tenía el control. Que si no había límites viajar podía ser un trabajo más, una rutina. Que necesitaba estabilidad, un lugar adonde volver. En ese momento decidió regresar a Italia, para buscar el equilibrio, para ver qué le gustaría hacer más allá de viajar. Eso será en unos meses.

Mientras tanto, sigue coleccionando anécdotas que pronto contará en un blog. Sigue en el camino.

Publicado en Anécdotas, Compañeros de viaje, Especial México, Viajeros | 5 comentarios

Lugares sin Internet

lancha.JPGVengo de la Laguna de Chacahua, un lugar sin Internet. Para llegar hay que tomar un bus, un taxi, una lancha y una camioneta, que pasan a ciertas horas y después no pasan más.

Esos transportes son fronteras que alejan y acercan. Que preparan al turista desprevenido para entrar a una dimensión natural, un ambiente exótico que no conocen y muchas veces no soportan los habitantes de ciudades.

Chacahua es un pueblito de la costa de Oaxaca que da al Pacífico y a una laguna que por la noche tiene fosforescencias que rozan lo fantástico.

Es tan obvio encender la laptop o entrar a un locutorio y conectarse que uno no se da cuenta del apego a estas herramientas hasta que no las tiene. Hasta que llega a un lugar como Chacahua, donde según me contó un pescador hubo Internet pero un día hace tiempo, se descompuso para siempre.

Los 500 habitantes de Chacahua viven de la pesca del camarón, del róbalo y de la cabezuda. La forma más efectiva de comunicación es un altoparlante plantado en un almacén que avisa sobre llamados telefónicos, noticias y mensajes. Anoche repitieron tres veces uno de la maestra de jardín de infantes. Decía así: «Se les comunica a las madres de los niños que van a jardín que manden a sus  hijos a las 8.30 en punto. Atentamente: la maestra».

En Chacahua, los cigarrillos se venden de a uno, una comida puede demorar una hora si sale rápido y no hay Internet para matar el tiempo.

¿Conocés lugares sin Internet?

Publicado en Compañeros de viaje, Costumbres, Especial México, Sala de espera, Turismo salvaje | 4 comentarios

Puerto Escondido en Puerto Escondido

puertoescondido.jpgLa primera impresión de Puerto Escondido no fue buena. Me pareció un lugar grande, con demasiadas construcciones, gastado. Me lo imaginaba diferente, más íntimo. Quizás por eso, cuando vi anunciada en un bar la película donde escuché por primera vez el nombre de esta playa, me apunté para verla.

El cartel decía: «Puerto Escondido, todos los días a las 18». La hora estaba bien, justo después del atardecer de sol rojo y sin rayos. Cuando llegué al bar no había nadie que quisiera verla. Sólo estaban los camareros y unos cuatro televisores en distintos ángulos. Cuando comenté que venía por el cartel, llamaron a alguien que prendió la tele y puso el DVD.

Me acordaba poco y nada de la película, que se estrenó en 1992. No me había gustado tanto como Mediterráneo, también del italiano Gabriele Salvatores, pero sí me gustó Puerto Escondido. Durante unos segundos me dejé llevar por las imágenes y no me di cuenta que estaba en italiano y subtitulada en inglés. Entonces le pedí al mozo si podía poner los subtítulos en español. Después de una complicada explicación me dijo que no  se podía. Mientras me hablaba no dejaba de mirar la película. Más tarde me contó que a pesar de haberla visto tantas veces -trabaja en el bar hace años- nunca termina de entenderla porque siempre la escucha en otro idioma.

Por mi parte la vi en italiano y me gustó una conversación entre dos aventureros, cada uno con su estilo: Uno le pregunta al otro que por qué elegió Puerto Escondido para venirse. El otro le dice que llegó y le gustó el lugar y se quedó. Se da vuelta y la imagen muestra una playa larga y vacía, una casa rústica y agradable frente al mar y el tipo con un huachinango en la mano, a punto de asarlo para la cena de la noche. Detrás de ellos en manga corta, un sol enorme y caliente. Daban ganas de irse a Puerto Escondido. A mí me dieron ganas cuando la vi.

El otro tipo le dice, y qué vas a hacer cuando lo descubran, cuando ya no sea un puerto escondido. En diez años habrá construcciones y bancos y edificios. No sé qué le dice el otro, pero no se preocupó demasiado. Probablemente buscaría otro lugar medianamente virgen.

puertoescondido1.jpg

Después del estreno Puerto Escondido se vinieron bastantes italianos que se habían «hecho la película». Se sumaron canadienses, alemanes, estadounidenses que ya tienen sus posadas y restaurantes frente al mar. Y los surfers que eran unos pocos a fines de los 80 ya son una comunidad importante, probablemente la segunda después de los pescadores, que por estos días celebran el torneo de pesca de pez vela.

El segundo día, después de bañarme en el mar y comer en Sativa, un nuevo restaurante de cocina fusión, me gustó más Puerto Escondido. Pero creo que deberían cambiarle el nombre. Aunque si lo hacen ya no pasarán los 365 días del año esta película que nos cuenta cómo era Puerto Escondido antes de nosotros.

Publicado en Anécdotas, Destinos, Especial México, México | 8 comentarios

Mi vecino ronca

Todo estaba calculado para tener una noche placentera. O bueno, una noche aceptable a bordo de un ómnibus que recorre el trayecto Oaxaca – Puerto Escondido. Saqué el pasaje en el mejor, así intentaría dormir a pesar de las curvas cerradas del camino. La terminal de ómnibus de Oaxaca es moderna y de lejos el micro ADO GL se veía genial. Antes de entrar, hubo revisión, casi como en un aeropuerto. Un simpático azafato me cortó el pasaje y me dio una bebida para el viaje.

El omnibus estaba bueno: asientos cómodos, espacio suficiente y hasta baños para hombres y mujeres. Me acomodaba antes de partir cuando vi que avanzaba por el pasillo un hombre grandote, gordo, pesado que hablaba fuerte por celular. Calculo que sería con una mujer. Le decía palabras almibaradas y todos escuchamos su dulzura. Llevaba una pusera de oro pesada como él.

bus.gifArrancó puntual y en la primera curva me dormí. Pero en la número 20 me desperté por un ronquido poderoso, como si resumiera el ronquido de la humanidad.

Me desperté sobresaltada. No entendía si había un terremoto o una jauría de motos hambrientas había invadido el bus en la mitad de la noche. Pero no, nada de eso. Era el hombre gordote y pesado que se había sentado justo detrás mío y roncaba con la boca tan abierta que podría haber entrado cómodamente el bebé de la primera fila.

Después de descartar la idea de clavarle mi codo puntiagudo en su estómago grande, silbé bajito porque dicen que silbido mata ronquido. Ni se inmutó. Me recordó a los padres de Chijiro. No recuerdo si roncaban en la película pero hubieran roncado así. Moví el asiento y nada. El tipo desplegando su arte a toda orquesta. Lo vi con la luz de la luna que se metía por las ventanillas. Llevaba las manitos entrelazadas. Como si soñara con los angelitos. Aunque de su boca salían graznidos de dragón. Pensé en sacudirlo y en pedirle que se calle, pero enseguida creí que no era una buena idea. ¿Qué pasaría si un ser así despierta de mal humor?

Me cambié de lugar. Había uno libre un par de asientos más atrás. Traté de dormir a pesar del retumbar de los ronquidos del gigante y de las curvas, que ya irían por la número mil. No pude y dudo que los de las filas siguientes hayan podido. Pero nadie dijo nada. Todos permanecimos bajo el yugo del vecino roncador.

¿Te tocó alguna vez un vecino que ronca?

Publicado en Anécdotas, Check in, Compañeros de viaje, Especial México, Mal viaje, México, Pasajeras, Turismo salvaje | 1 comentario

Nieve en el Zócalo

nieve.jpgLos mexicanos mueren por la nieve. Los más nice enseguida aprenden a esquiar y van a Aspen o a Bariloche. Todo el resto tendrá la oportunidad de su vida este fin de año.

No nieva en México, pero en DF ya se preparan varias pistas de nieve artificial. Incluso una de 3200 metros cuadrados en el emblemático Zócalo, frente al Palacio Nacional y a la Catedral.

Más allá de esta pasión por lo desconocido, el gobierno de Marcelo Ebrard coquetea con el turismo bizarro. El verano pasado instaló playas en plena ciudad y este invierno chilango traerá pistas y toboganes de nieve.

Ebrard, futuro candidato a la presidencia, dijo ayer que «los capitalinos podrán sentirse ya como en París o en Nueva York». Los obreros ya comenzaron a trabajar (foto) y el 1º de diciembre esas tablas de madera serán un manto blanco y frío. Dijo también el jefe de gobierno que podrán patinar gratis alrededor de 2000 personas. Eso sí, habrá que apurarse porque en DF viven venitipico de millones.

¿Otra de pan y circo o una buena opción para conocer la nieve?

Publicado en Costumbres, Especial México, Imperdibles, México, Paisajes, Turismo bizarro, Turismo gratis | 4 comentarios

Tacos, quesadillas, tlayudas y cía.

tortillas.JPG

Los mexicanos los distinguen perfectamente, pero convengamos en que el taco y todos sus parientes, que conforman la base de la comida mexicana, son bastante parecidos.

Un taco es una tortilla de maíz rellena y doblada como a uno le salga mejor. Si es un taco al pastor estará relleno de carne de cerdo, guacamole y piña. También hay tacos rellenos con tasajo (carne de res deshilachada), o con chapulines (los grillitos secos de Oaxaca), guacamole y queso. Algunos llevan cilantro y cebolla.

Cuando el taco está enrollado tipo panqueque y frito se llama flauta y viene relleno carne,  jitomate -como le llaman en México al tomate- lechuga, aguacate, queso. Para terminar se la «embarra» con unos frijolitos. Las flautas también pueden estar rellenas con carne de pollo o de papa con chorizo o de pura papa.

Una quesadilla es una tortilla maíz doblada y rellena de queso. Su verdadero nombre es justamente doblada y puede venir rellena de champiñones, cesos y otros manjares. La quesadilla, entonces es una doblada de queso.

Los que se agoten de las tortillas de maíz no duden en pedir las  sincronizadas. Son quesadillas pero con tortillas de harina.

Una tlayuda es una tortilla gigante, de maíz como la mayoría de las tortillas. Es típica de Oaxaca y arriba tiene frijoles, queso y a veces también lechuga y jitomate. Está horneada y es crocante. Si la masa fuera más gruesa se parecería a una pizza. Pero no, la masa de la tlayuda es finita como un papel grueso.

Después de probarlas, una por una, coincido con una amiga que vive hace un tiempo en tierras aztecas y me lo dijo el primer día: «Ya te vas a dar cuenta, ¡son todos tacos!

Publicado en Costumbres, Especial México, Gastronomí­a, Herramientas, México | 16 comentarios

Récords mexicanos

tule1.jpg

Hace veinte días que estoy en México y casi todos los días me cuentan un nuevo récord mundial, que ubica al país como un verdadero campeón. Los nombran los amigos, las guías de viaje, los periódicos y los guías de turismo. Aquí van algunos . Si alguien conoce otros, puede agregarlos:

El árbol más ancho del mundo. Se llama El Árbol del Tule y está a 10 minutos de la ciudad de Oaxaca. Tiene más de 2000 años y su tronco tiene un diámetro de 14 metros. Para abrazarlo se necesitan 30 personas. En el tronco hay por lo menos 15 formas ocultas que los niños de la zona muestran con apuntadores laser. El hit de este año: las nalgas de Talía cuando era niña.  

El hombre más rico del mundo, Carlos Slim Helú, que este año desbancó al multimillonario Bill Gates. Slim es el dueño, entre otras cosas, de las telecomunicaciones en este país y en varios países más.

México es el país con más hispano parlantes del mundo, a pesar de todos los que se van a vivir a otras partes.

México es el país con el mayor número de chiles del mundo. Ahí están incluidos desde el chile poblano que pica menos hasta el chile habanero que hace doler el alma.

chile_m.jpg

México es el país con más monumentos en peligro del mundo, según la lista de World Monuments Watch. Este país el que tiene más epicentros telúricos del mundo y también el país con más católicos del mundo.

Aquí hay más ferias del libro que en ningún otro país. A propósito, hoy terminó la de Oaxaca y en unos días comienza la de Guadalajara, la más importante de América Latina.  

fil.jpg

México es el país con más pirámides del mundo. Además de las famosas de Teotihuacán y Chichen Izá, Oaxaca tiene el increíble sitio arqueológico de Monte Albán.

México es el país con más cirugías estéticas en el mundo y también el país con más emigrados del mundo.

La ciudad más grande del mundo, el DF, una ciudad que no termina nunca y tiene 24 millones de habitantes. Se ubica entre las más pobladas del mundo.

La plaza de toros más grande del mundo. Tiene capacidad para 45.000 espectadores sentadores pero en ocasiones ha llegado a tener 100.000 fanáticos de los toros. El estadio que se ve atrás es el Cruz Azul.

plaza_toros_mexico.jpg

La calle más larga del mundo: Insurgentes, que cruza el DF o Defectuoso, como también le dicen, de Norte a Sur. En la escuela me enseñaron que la más larga del mundo era la Avenida Rivadavia, en Buenos Aires. Habría que desempatar…

La universidad más grande del mundo. Hace unos días escribí de la UNAM, que ya eligió a su nuevo rector. En esta universidad estudian 400.000 alumnos, que pagan 20 centavos por año.

La ciudad con más lamparitas (bombillas) encendidas del mundo. Si bien después de una caminata nocturna por ciertas calles uno podría dudar de este récord, el que llegue de noche al DF y lo vea desde el aire deberá creerlo. La ciudad parece un campo de oro.

Para terminar, México es el país con más tratados de libre comercio de mundo y, según el Consejo Nacional de Cultura y Artes, es también el país con más variedades de pan del mundo. Después de los cientos de panes que vi hace unas tardes en la antigua Panificadora Ideal del DF, no me atrevería a contradecir esta afirmación.

¿Algún otro récord mexicano?

Publicado en Costumbres, Especial México, México, Paisajes, Sala de espera | 5 comentarios