Noticias de Guinea Ecuatorial

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Cuesta tener noticias de algunos países. Más si son africanos, pobres y pequeños. Las noticias suelen ser tragedias. O una nueva top model que triunfó en París. O un dictador más que se eterniza en el poder.

Este apunte es sobre Guinea Ecuatorial, un paí­s pequeño y pobre del este de Africa, que se llama así porque está ubicado casi sobre la lí­nea del Ecuador. Tiene una parte continental que limita con Camerún y Gabón, y algunas islitas justo enfrente. 

La isla tiene clima tropical y agua tibia. También tiene once especies de monos y cinco de ellas están en peligro de extinción. Las playas son de esas soñadas pero con acceso difí­cil, por eso la gente prefiere las céntricas. La capital de Bioko es Malabo, y para llegar muchas veces toca cruzar el Sahara en avión. Son unas tres horas seguidas de sonoridad y silencio amarillo.

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Guinea Ecuatorial fue colonia española hasta 1968. Aunque la isla de Bioko ya no se llama Fernando Poo, y Santa Isabel cambió su nombre por Malabo, el español todaví­a es el idioma oficial y la mayorí­a de los habitantes es católica. Aquí­ se pueden ver fotos antiguas de la gente y de la isla. La moneda es el franco CFA y si bien no es caro, ser blanco significa pagar más para todo.
El paí­s tiene 800.000 habitantes y muchos pueblos y culturas, entre ellos los pigmeos. Los dialectos más hablados con fang y bubi y los peores males, las enfermedades tropicales, como malaria y las infecciosas, como HIV. sufren la desgracia de vivir una complicada y corrupta situación institucional. Pero de eso no se habla. Tampoco se habla demasiado de que el país tiene gran cantidad de petróleo, que se descubrió hace poco, y posiblemente es para unos pocos.

El turismo es raro, pero existe y algunos viajeros  llegan hasta allí­. Hay pocos hotelesrestaurantes. Para viajar, claro, se necesita un visado especial que se puede conseguir en alguna de las embajadas que el país tiene en España, Sudáfrica o Brasil. Los vuelos a Guinea parten de España, Italia, Suiza y otros países europeos.

Uno de los sitios más lindos para conocer, es el Monte Camerún (el de la foto), un volcán activo de 4000 metros que rara vez se ve por la niebla del polvo amatlán, que llega del Sahara e incomoda terriblemente la vista.

Al Pico Basile se accede en camioneta 4×4. Está a unos 10 kilómetros de la capital y las vistas de allí llegan hasta Nigeria y Camerún, con varios volcanes incluidos.
A 76 kilómetros de Malabo está el Valle de Moka en medio de un bosque nublado, fresco y sin mosquitos. Un bosque con dos lagos y lleno de secretos ecológicos que ya están explotados turí­sticamente desde Estados Unidos, en los clasicos programas de study abroad.
Y también está Malabo, la capital de la isla, con sus letreros en español y sus iglesias y construcciones hispanas plantadas en plena tropicalia y con la misma decadencia suave de la Indochina francesa.

La gente es cálida, fanática del fútbol, y bailan y sienten la música como si no existiera nada ni nadie alrededor.

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Monstruos devoradores de energí­a

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Ese título lleva la muestra de 54 «neveras» cubanas de los años 50 intervenidas cada una por un artista, que se pueden ver en el Grand Palais de Parí­s hasta el 3 de agosto.
Para guardar la comida y enfriar la cerveza, la heladera ha cumplido un papel importante en el dí­a a dí­a de esta isla tropical. Las «neveras» tipo Siam que se exponen tienen la nostalgia de los años 50 y la fuerza del arte que llevan puesto.

Hay un refigerador confesionario, uno automóvil y otro casa (con tv adentro y todo). Hay uno acuchillado de pies a cabeza por remos de madera, uno que es una mujer fuente y otro convertido en ataúd por el actor Jorge Perugorrí­a.
La muestra Monstruos devoradores de energí­a se estrenó el año pasado en la Bienal de La Habana, pasó por Madrid y ahora está en Parí­s. Después, viajará a Nueva York y a Seúl.

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Tragedias anunciadas

6925071.jpgNo hay sobrevivientes del accidente aéreo de Brasil. La caja negra está siendo analizada en Estados Unidos y Lula ordenó investigar la pista de aterrizaje, que ahora es la pista de la polémica. Como hace dos meses los radares en Argentina. En la radio, en las calles, con la misma frescura que se habla del clima o de las noticias del día, la gente comentaba sobre los radares. No, no tenemos radar. Al final, ¿hay radar hoy? ¿Pero cómo que vas de viaje si no hay radar en Ezeiza? El mal tiempo sumado a la falta de radar significan cinco, seis, ocho horas de sala de espera. Eso si no hay asamblea de pilotos o huelga de auxiliares de pista. Recién hoy se anunció que el radar que habí­a roto un rayo en marzo último fue reparado.

Cada vez que tengo que salir de viaje, una amiga que vive afuera me pregunta por qué no cambio de profesión. Ella como muchas personas sufre de pánico a volar. Su caso es grave porque vive en una isla, y la forma más frecuente de salir es vía aérea. Pero eso será otro post.

Lo cierto es que las tragedias frecuentes y seguramente evitables no ayudan a esa gente. Por más que haga cursos, compre libros o se tome una pastilla antes de abordar, el pánico está ahí­. Y con cada accidente ese pánico tiene más asidero. Me imagino que después de cada desastre aéreo como el de hoy se apuntarían más a los cursos que imparten asociaciones del estilo Poder Volar.

Un dí­a antes del accidente de Brasil, había derrapado un avión en la misma pista. Hoy, un dí­a después de la tragedia, no hay sobrevivientes. Ya conquistó el tí­tulo del peor accidente aéreo de América Latina. Hasta el próximo, que puede ser peor. Mientras tanto, cada vez que ingresamos a un avión casi nos desvisten en la máquina de rayos. El celular, el cinturón, las botas, se pasan tantos controles en nombre del terrorismo, y sin embargo el avión se despista y pierde el control y se estrella contra un depósito de combustible. Me pregunto si la falta de control de la pista, del radar, de lo que haga falta no es también una forma de terrorismo.

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Lechuza virtual

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Si sos obsesivo y estás planificando un viaje a Praga, a Venecia o a Los Angeles, esta herramienta es para vos. Si sos nostálgico y querés volver a ver el Puente de Carloslos gondolieri o el letrero de Hollywood como si estuvieras ahí­, esta herramienta también es para vos. Si sos fanático de los ciberchiches, también.

Este portal muestra lugares y ciudades del mundo desde perspectivas curiosas e inspiradoras. Para empezar a explorar hay que hacer click en alguna de las ciudades y después pararse en la imagen y arrastrar el mouse hacia uno y otro lado. Hasta dar la vuelta entera, un toque más que una lechuza, que llega a girar la cabeza 270 grados. Para acercar o alejar la imagen se usa control.

Hasta ahora uno puede asomarse a siete ciudades pero poco a poco se irán sumando más ciudades y más vistas. De las que hay, Praga, Moscú, Viena, Belgrado, Venecia, Los Angeles y la ciudad vieja de Bosra (Siria) se ven sitios turí­sticos, cafés, hoteles, parques, restaurantes, negocios y más. Los lugares también se ubican en un mapa de la ciudad. Para llegar como si ya hubieras ido.

Si a alguien le gusta cómo luce una determinada perspectiva, puede comprar la foto, claro, en calidad tan alta como para hacerse un póster. Parece que las fotos se revelan con las mismas técnicas que usan los militares para imprimir imágenes satelitales. Esto y el papel Fuji hace que no desaparezcan como un fax después de un tiempo. Estas duran 75 años. La más barata, apenas más grande que la clásica foto 10×15 cuesta 50 dólares. Por una como la que se ve en este post (de 100 cm por 100 cm) habría que pagar ¡550 dólares!

Por ahora, navegar en 360 no cuesta nada. Pero ojo, aunque el mar está lejos, esta herramienta puede marear.

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Los «huecos» de Lima, según Vanadis Phumpiú

vanadis.JPGAunque tiene apellido y rasgos vietnamitas, Vanadis Phumpiú es tan limeña como el cebiche y el famoso suspiro. Durante años fue productora general de la revista peruana Etiqueta Negra. Su trabajo tení­a varias facetas y mil ocupaciones. Una de ellas era llevar a comer a cuanto periodista llegaba a Lima. También trabajó en canales de televisión, diarios y producción de eventos. Hoy, Vanadis es asesora de prensa del Grupo Santillana. Su trabajo también tiene varias facetas y mil ocupaciones. Una de ellas es llevar a comer a cuanto escritor llega a Lima. Queda claro que uno de los saberes de Vanadis tiene que ver con la cultura del buen comer.

Aprovechando su paso por Buenos Aires hace algunos dí­as, Viajes Libres le pidió seis recomendados para cenar en Lima. Pero seis distintos, que no incluyan La Mar, del famoso chef Gastón Acurio. Los que siguen son seis poco conocidos, seis perlitas. Vanadis explicó que eso en Perú tiene nombre. Son los «huecos» o «huariques», lugares a los que se llega sólo por recomendación. Son fondas que no tienen nada que ver con la Nueva Cocina Peruana, y donde la palabra glamour no significa nada. Los platos no son necesariamente baratos –cuestan entre 8 y 10 dólares, si es langosta, 15– y el que logra llegar seguro que después se lo recomienda a alguien. A continuación, el top six de Vanadis Phumpiú, con platos y datos. Si vas para Lima, ¡no te los pierdas!

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Mi Perú. Plaza Butters, esquina Lima, Barranco. Es uno de los restaurantes marinos más visitados. Hay que pedir concentrado de cangrejo (es el plato de la foto). También son sabrosas las hueveras de pescado.

Illari. El nombre quiere decir amanecer en quechua. También está en Barranco. Imperdible: causa frita (papa prensada con ají y rellena de lomo saltado). De postre, suspiro de chirimoya.

Sonia. Agustí­n Lozano La Rosa 173, en Chorrillos. Cebichería de ley. Conchitas a la parmesana y pulpo al olivo. El marido de Sonia era pescador y ella vendí­a el pescado en la playa. Hoy ella cocina para muchos y su marido sigue pescando en su lancha de siempre.

El Queirolo. Ví­a Central 150. Bodega de pisco y vino en el distrito de Pueblo Libre, cerca del Museo de Arqueologí­a, Antropologí­a e Historia y de la Plaza Bolívar. Son recomentables los «piqueos», como le llaman en Perú a las tapas, de jamón y queso.

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La Noche. Bolognesi con Blvd. Sánchez Carrión. Queda en Barranco. Muy buenas tapas y bocadillos de calamar por 5 soles (US$1,5). Si después de la cena, todavía hay ganas de un pisco sour, Huaringas es un bar de Miraflores donde se preparan unos muy buenos. Para acompañarlo: conchitas grilladas.

Puerto Madero. Bellavista 231, cerca de la Calle de las Pizzas, en Miraflores. Deliciosa la langosta a la parrilla. Para beber, algarrobita. De lunes a sábado, música en vivo. (Foto1: León)

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Espí­as con invitación

micassa.jpgAnoche cenaron en casa un periodista y escritor chileno y su mujer. La cena al final fue una picada con varios quesos, jamón serrano, tomates secos, endivias, nueces de Catamarca y más. La idea era usar la picada como entrada y salir a comer más tarde a una parrilla. Pero la conversación fluía y afuera estaba helado. Así­ que cuando alguien preguntó por la salida, nadie respondió muy entusiasmado. Se cortó más queso, se abrió otra botella de vino y la picada mutó en cena. En un intento por explicar la reacción de repliegue, el escritor contó cuánto disfruta de una invitación a una casa cuando está en otro paí­s.

Coincido con él. Me gusta que me inviten a comer en casas desconocidas estando afuera. Es una posibilidad de espiar la vida diaria de gente que vive en otro paí­s y que tiene otras costumbres. Que posiblemente come distinto, lee distinto, ordena distinto. Es un privilegio que te arranca de la categorí­a de turista por un rato y te ubica en otra medio inclasificable, de espí­a con invitación, de recién conocido, de posible amigo.

A Eli, mi amiga que vive en México DF también le gusta este tipo de í­ntimo espionaje en casas ajenas, y juntas conocimos muchos hogares en muchos países. El otro día cuando hablamos, me comentó³ una insólita costumbre mexicana (¿o defeña?), que ella no termina de entender.

Resulta que cuando Eli le pregunta a una compañera de trabajo: «¿Dónde vivís?», la chica responde: «Tu casa queda en el Angel». Entonces Eli le dice: «No, mi casa no, tu casa». Ahí­, la compañera de trabajo sonrí­e y le dice «Te quiero decir que mi casa es tu casa». Pero, me cuenta Eli y otros conocidos que viven en México que esto es sólo una formalidad porque al final ¡nunca invitan a ninguna casa!

Sería útil tener la opinión de un mexicano o de alguien que viva por allá sobre este «pendiente».

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Turismo rural

El frío no es un impedimento para asomarse al campo argentino. Aquí podés consultar acerca de más de 70 establecimientos que reciben turistas. En este sitio también hay datos. Y aquí­ podés reservar. Para ver más, hacé click en este video especial para Viajes Libres.

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Moda Buenos Aires

bue-turistica.JPGDespués de Florencia, en Italia, Buenos Aires fue el segundo destino preferido por los lectores de la influyente revista norteamericana de viajes Travel + Leisure, según se publica hoy en Clarí­n. También en 2006, la ciudad había quedado primera entre las ciudades latinoamericanas más turísticas.
Francis Ford Coppola viene cada dos por tres. Dicen por ahí­ que está enamorado de la ciudad.

Cuando hay fines de semana largos en el exterior, el centro se llena de brasileños y chilenos, que vuelven a sus paí­ses con exceso de equipaje. Muchos extranjeros de más lejos directamente se vienen a vivir acá. Llegan a aprender español en alguna de las varias escuelas que abrieron en el último tiempo. O a trabajar. O a disfrutar de los seguros de desempleo que cobran en euros en su paí­s de origen, y que acá claro les rinden el cuádruple.

Esta elección augura un aumento de viajeros, que seguramente sería más notorio a partir de ahora. Que seguián saliendo artículos turí­sticos de Buenos Aires en el New York Times, en El Paí­s, de España, en La Tercera, de Chile, y en la Folha de Sao Paulo. Muchas veces, incluso, reseñan antes las novedades turí­sticas que los medios locales. Como hace unos meses cuando le­ en el New York Times un artí­culo sobre los restaurantes privados en la ciudad.
También quiere decir que probablemente los hoteles boutique que no dejan de abrirse en Palermo, en San Telmo, en Las Cañitas tendrán completo su escaso número de habitaciones cuidadas.

Algunos periodistas hablan de una vuelta de La Reina del Plata. Lo cierto es que Buenos Aires es una ciudad muy barata y un excelente lugar para comprar de todo. Como una alfombra de cuero de vaca por menos de 150 dólares, en el barrio de Boedo.

¿Por qué creés que Buenos Aires está de moda?

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La Payunia desconocida

3.JPGSi estuviera en Miami, La Payunia tendrí­a destino de parque temático: se pagarí­a una entrada cara y se almorzarí­a una crater burger en Mc Volcán, un fast food que casi seguro mirará al Payún Matru (3715 m), el volcán más alto de los 800 que hay alrededor. Cuentan por aquí­ que sólo en Kamchatka, al este de Siberia, existe una esquina con tantos volcanes. Pero Miami está lejos y tiene pantanos. Nada que ver con la aridez roja, a las pampas negras. En esta reserva del sur de Mendoza, todaví­a no se paga entrada, y no hay restaurantes ni estación de servicio ni kioscos de agua mineral. Tan desconocida es que apenas ha conseguido 5 votos en la elección de las Siete Maravillas Naturales de Argentina, lo que significa hasta hoy el segundo lugar menos votado.

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Desde Viajes Libres, queremos reivindicarla con algunos apuntes sobre su naturaleza. La Payunia es una planicie árida y deshabitada a unos dos mil metros de altura. Están a 100 kilómetros de Malargüe, una ciudad que a su vez está a 420 kilómetros de Mendoza. Tiene unas 40 mil hectáreas, 10,6 volcanes cada 100 kilómetros cuadrados. Se calcula que en algún momento fue un lecho marino. La prueba más concreta se llama amonite y es resto fósil, un caracol petrificado. En Manquimalal, camino a La Payunia está lleno de amonites. Algunos se ven perfectos, otros están disueltos en la roca, y hay millones que ya son arena.

Cada tanto llueve, pero no agua. Hace millones de años llovió lava y se formó un río de 185 kilómetros, el rí­o de lava más largo del mundo según los malargünos. También llovió ceniza, la ceniza del volcán chileno el Descabezado, que en 1932 enterró las ovejas y pintó todo de gris. La columna de humo del volcán llegó a los treinta metros de altura y las cenizas se esparcieron por varias provincias argentinas. «Malargüe está por desaparecer», titularon los diarios del momento. La ciudad no se acabó pero tuvo años negros y muchos dicen que resurgió de las cenizas.

copia-de-a.JPGHasta hace algún tiempo los científicos creían que los volcanes estaban extinguidos, pero ya se descubrió que se trata de un descanso activo. No hay indicios de un retorno del Holoceno, cuando todo esto eran rocas encendidas, agua chispeante y lava. Al menos, no todavía. Por ahora la actividad consiste en pequeñas salidas de gases y vapor. Por ahora reina la calma.

Los que quieran transitar esa calma deben saber que un dí­a apenas alcanza para conocer este lugar. Las rutas son malas, con pozos y ripio suelto. Hay que andar lento, con tiempo y ánimo todoterreno porque el viaje es demoledor. Pero la llegada paga los pozos y de repente, La Payunia lo toma a uno del brazo y lo mete en La Guerra de las Galaxias, pegadito a Obi Wan Kenobi. O en la última de Peter Jackson.

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Paisajes efí­meros

nieve11.jpgHace unos dí­as entrevisté al artista de joyas únicas Celedonio Lohidoy. Me contó sobre sofisticados collares con cristales Swaroski y perlas y turquesas. Y me contó, en tono de confesión, que el collar que más le gustó crear fue uno con cuentas de hielo, que al poco tiempo se deshizo. Enseguida me acordé de los mandalas de arena que hacen los monjes tibetanos. Trabajan entre tres y cinco días en ese círculo sagrado, una obra fantástica y efí­mera. Cuando el mandala está listo, se contempla por un tiempo breve y después se desmantela suavemente en un canto a la impermanencia de las cosas y de la vida.

Cuando hoy veí­a los muñecos de nieve que hacía la gente al costado de la Autopista Ezeiza Cañuelas pensé en los paisajes efí­meros. Como la nieve de hoy en Buenos Aires, después de 89 años sin más copos que los de maíz que se venden en el supermercado. De repente, en medio de un feriado no muy distinto a otros feriados, se instaló un día de turismo espontáneo, de turismo gratis. A la puerta, al parque más cercano, adonde fuera que se hubiera acumulado nieve suficiente para una foto, para un muñeco blanco y probablemente deforme.

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En la tele pasaban el hipódromo con nieve, el Obelisco bañado en copos de nieve, los countries con nieve, las villas con nieve. En todos lados habí­a gente afuera, jugando a pesar del frío. Gente festejando como se festeja en un mundial. Después de mucho tiempo, el turismo habí­a venido a ellos y no al revés, como en cada vacación planificada. Hoy el turismo estuvo para los porteños en la puerta de casa.

Mientras tanto, del otro lado del mundo, con calor y días más largos, 75 escultores construyen capí­tulos de la historia del tiempo. Fueron invitados una playa del norte de Alemania, donde se celebra el Festival de Arena de Travemünde. El show comenzó hace unos días y termina en septiembre, después de haber usado 9000 toneladas de arena. Se esperan castillos y personajes históricos de hasta doce metros de altura. Seguramente las esculturas permanecerán algo más que la nieve de Buenos Aires, pero después, como los mandalas del Tí­bet y el collar de Celedonio, arena y agua volverán a fluir en la naturaleza.

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