Migrantes, sueños y ausencia

Desde que llegué a México me cruzo con gente que cruzó. No es la primera vez, me pasó lo mismo hace dos años. En ciertos círculos, alejados de La Condesa y Las Lomas, cruzar no es cruzar la calle, sino aventurarse al otro lado de la frontera. En general, los que me contaron su viaje fueron hombres, que  después de varios años en Estados Unidos tuvieron que volver por algún asunto de familia.

Jesús, un sereno o velador como le dicen por aquí, pasó por Tijuana y me aseguró que vio al coyote, el que muerde. Antes de empezar el viaje, los coyotes que hablan le dieron agua y una bolsa de pan Bimbo. El tenía tanto miedo de que se le terminara a medio camino, que cuando llegó a San Diego todavía le quedaban dos rebanadas. Volvió hace un año para velar a su madre. Allá dejó una novia puertorriqueña «muy bonita», pero no volverá a buscarla.

Carlos, un taxista que aceptó llevarme sólo si lo guiaba en el recorrido -algo impensable en Argentina y bastante común en el DF- cruzó «mojado». Vivió en Chicago tres años y regresó porque en México estaban su mujer y sus hijos, los que se quedan.

Los que se quedan  es el nombre del documental de Juan Carlos Rulfo y Carlos Hagerman, premiado recientemente como Mejor Documental en el Festival de Cine de Los Angeles y también en el de Madrid. La película cuenta la vida de once personajes que viven en distintos estados mexicanos, de Yucatán a Jalisco, y muestra la ausencia que dejan los migrantes cuando se van. Una realidad tan mexicana como la tortilla de máiz.

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Una respuesta en “Migrantes, sueños y ausencia

  1. Anonimo dijo:

    Saludos, muy ameno su blog, me gustaron mucho sus fotos, hace de un evento totalmente cotidiano algo bueno, siga asi, gracias!

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